C DE CULTURA

Sobre la vida plural de Fernando Pessoa, la cuestión de la heteronimia

Café de la Paz Círculo de lectura Literatura internacional Pessoa Poesía

octubre 21, 2021

Beatriz Adriana Mójer Ospino

Sé plural como el universo

Fernando Pessoa

Un avión lleno de aves

un hombre lleno de gente

Manuel Llorens

De Pessoa se ha dicho que era un histérico, un loco, un genio y uno de los autores más grandes en lengua portuguesa. Se creía, también, que el poeta no tuvo biografía por el misterio que creó en torno a su persona. Puede que haya sido todas esas cosas o ninguna de ellas. Su inagotable legado literario ha permitido un acercamiento a su vida como una de las figuras más intrigantes de la literatura moderna. Octavio Paz se ha referido a él como un «desconocido de sí mismo», aunque se afirma que el espectáculo de su obra literaria —concebida como un drama en gente— comienza por el descubrimiento de su vida a través de su obra. Por tanto, para hablar de la poesía de Fernando Pessoa se debe mencionar a las tantas pessoas que existieron en él. Ningún apellido ha sido tan exacto al definir a un sujeto por su vida plural, pues «pessoa» en portugués significa «persona», y a su vez en latín esta palabra refiere al equivalente en español de «máscara», convirtiendo el apellido del portugués en otra careta que esconde su identidad. 

 «Sé plural como el universo», reza uno de sus aforismos. Para acercarnos a su obra poética, hay que tener en cuenta que esta gira en torno a la multiplicidad, no solo la heteronimia o el ocultismo o el paganismo como varios críticos han enunciado sobre su obra. Ser plural para Pessoa es, quizás, la forma de abordar la universalidad y, a través de ella, la representación del Yo en una multitud.

 «Me he multiplicado para sentir / para sentirme, he necesitado sentirlo todo/ estoy desbordado, no he hecho sino rebosarme» (pg. 36), dice Álvaro de Campos, uno de los heterónimos pessoanos que, quizás, revela el propósito de la fragmentación: no solo sentirlo todo sino abarcarlo hasta llegar a ser uno en sí mismo.

Alberto Caeiro (1889-1935), Álvaro de Campos (1890), Alexander Search, Bernardo Soares y Ricardo Reis (1887) son algunas de las creaciones que circundan el Yo poético de Pessoa, los personajes de su obra que puede ser concebida como un teatro.. Cada uno contiene no solo una obra literaria que los caracteriza, sino que Pessoa se encargó de crearles una biografía verosímil y moldearlos en una personalidad. Estos no son solo nombres que Pessoa designó para expresar las distintas corrientes literarias y formas de pensamiento que surgieron en sí mismo, fueron también creaciones que él admitía como partes de un todo que lo conformaban a él. De esta manera, el portugués se encargó de invitar al lector a acercarse a los heterónimos como poetas autónomos de la voluntad de quien los creó. Así, la poesía de Caeiro, los poemas de Campos o las odas de Ricardo Reis —los tres heterónimos más conocidos— mantienen su propio universo que, a su vez, se unen por un fino hilo que ha tejido Pessoa detrás de la máscara.

El arte busca el engaño en sí mismo, presentar como real algo que termina siendo ficticio, para, a su vez, revelar una verdad. Precisamente, la escritura le permite al autor encontrar y crear otras voces distintas a la suya. El acto de escribir, de hacer literatura, bien sea una novela o un poema, enmascara al autor con otro Yo. Pessoa lo sabía bien. Puede que esta máscara sea una prolongación ficticia de ese Yo, pero quizás sea vista como la facultad que le es dada al artista para imitar otros modos de percibir, pensar, sentir y ver al mundo. Entonces, ¿qué ocurre con la heteronimia? La capacidad que adquiere el poeta de poder disolverse en tantas voces como sea posible. El heterónimo es un disfraz, un desdoblamiento voluntario que se origina en el poeta para crear y convocar un juego laberíntico de personalidades, no solo de perspectivas. El heterónimo puede ser visto como otro personaje del cual se vale el autor para hacer su obra. ¿Acaso Alberto Caeiro, Álvaro de Campos o Ricardo Reis existen fuera de sus poemas? Indistintamente que Caeiro diga que vio una flor, o que Reis haya sido educado por los jesuitas, y que Campos, según su biografía, estudió ingeniería en Glasgow, estas acciones que pudiesen justificar su existencia como personajes revelan solamente la hechura de su obra como poetas. Los personajes de una novela, de un cuento o incluso de una pieza teatral se circunscriben en acciones realizables, y según estas acciones, decisiones o pensamientos, se producirá una transformación en el hilo narrativo de la historia. La figura del heterónimo se forma a partir del estilo, es decir, se convierte en un ente literario al que se le otorga una voz, una biografía y, por tanto, una obra propia, que difiere del verdadero autor.

Según la definición que explica Pessoa en el Cuadro bibliográfico[1], se denomina obra heterónima a la escrita por el autor fuera de su persona; cito sus palabras: «son de una individualidad completa fabricada por el mismo autor, como lo serían las afirmaciones de cualquier personaje de cualquier drama que escribiera» (Pessoa, 2009, p. 128). A su vez, resalta la diferencia con el nombre de obra ortónima a los textos que no estén firmados por ningún heterónimo. Entonces, puede decirse que el heterónimo no parte de un solo Yo sino de un fragmento distinto de su personalidad. El devenir heterónimo refiere a la capacidad de mantener un estilo, un tono y una forma de hacer poesía que caracteriza y diferencia a Caeiro, Campos y Reis de Fernando Pessoa como creador. Él afirma, en declaraciones publicadas en la revista Presença (1928): «Gradué las influencias, conocí las amistades (de los heterónimos), oí, dentro de mí, sus discusiones y sus divergencias de criterio, y en todo esto me parece que fui yo, creador de todo (…) Parece que todo sucedió independiente de mí» (2007. pg. 158).

La poesía de Caeiro, Campos, Reis e incluso la de Pessoa ortónimo se circunscribe en el fingimiento de una emoción, de un pensamiento o de una idea. Cada heterónimo, según su estilo, expresa una diversidad de sensaciones que revelan una verdad general manifestada a través de una mentira particular. Para estudiar la obra poética de Pessoa se debe partir de este principio: no hay certezas en lo que escribió, pues él mismo se encargó de que sus textos fuesen concebidos como el resultado de un proceso de fingimiento que acaba en la despersonalización. Tal vez la mentira particular que refiere Pessoa para hacer arte sean los heterónimos, los nombres que le da a las creaciones poéticas que nacen de su deseo artístico, y la tal “verdad general” se esconde en lo que ellos expresan en su poesía.

Es conocida la carta que Pessoa escribió a Adolfo Casais-Monteiro (1935). En ella da una explicación del origen de su heteronimia, describiendo cómo apareció en él Alberto Caeiro al escribir de un tirón los treinta y tantos poemas de El guardador de rebaños y luego, el conocido poema de Pessoa ortónimo, “Lluvia oblicua”.Apunta además que luego de este episodio se funda su identidad en la diferencia, es decir, la aparición del maestro Caeiro devela la multiplicidad creativa del poeta:

Fue el día triunfal de mi vida y nunca podré tener otro así. Y lo que siguió fue la aparición de alguien en mí, a quien di al momento el nombre de Alberto Caeiro. Discúlpeme lo absurdo de la frase: apareció en mí mi maestro. Fue esa la sensación inmediata que tuve (…) Fue el regreso de Fernando Pessoa Alberto Caeiro a Fernando Pessoa él solo. O mejor, fue la reacción de Fernando Pessoa contra su inexistencia como Alberto Caeiro (2000, pg. 45).

Quizás este testimonio refuerza la idea de que la heteronimia, al menos como se manifestó por primera vez a Pessoa, fue un acto de posesión. No hay manera de corroborar si la génesis de sus heterónimos fue un arrebato. Lo cierto es que según la carta, el juego laberíntico de Pessoa comenzaba a ganar forma, pues para él fingir es conocerse o conocer la diversidad que habita en cada uno de nosotros. No hay razones medibles ni justificables para escribir, porque en ello encontramos lo otro. 


[1] Pessoa escribió un Cuadro bibliográfico, publicado en la revista Presença, nº 17, en 1928. Constituye una bibliografía bastante subjetiva e incompleta sobre su obra escrita.

**Este artículo se realizó como parte de las actividades promocionales del círculo de lectura Café de la Paz**