C DE CULTURA

No podemos pensar la cultura contemporánea fuera del marco capitalista

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septiembre 16, 2022

Andrea Valverde

La gestión cultural es una disciplina que surge a partir de la necesidad de dar respuesta a un ámbito de la sociedad no resuelto y en constante crecimiento y movimiento. Internacionalmente hay una exigencia de una mayor eficiencia de la gestión cultural, a partir de la importancia económica de sus políticas. Los modelos clásicos son obsoletos frente a las nuevas necesidades, recursos y posibilidades de la cultura, globalizada y en constante cambio por lo que es necesario buscar alternativas innovadoras con sensibilidad y crítica del contexto en las que intervienen.

Como gestoras culturales, constantemente le damos vueltas al asunto, y al examinar la situación actual del sector cultural en México nos preguntamos ¿Qué nuevas vías existen para que la cultura sea sostenible económicamente, asegurando por lo tanto su permanencia y su desarrollo?

Sabemos que como todo en este mundo, la cultura necesita capital sí o sí para desarrollarse, porque desgraciadamente, el arte y la cultura ya no son una esfera aislada de la economía, como proponía la modernidad. Actualmente ambas se involucran en todos los aspectos de nuestra cotidianidad. El capitalismo ES la representación de nuestra cultura contemporánea. 

La gestión cultural en México está íntimamente relacionada con el sector público, del que todavía depende en gran medida. La mayoría de organizaciones que se enfocan a la gestión de acciones culturales son sin ánimo de lucro, lo cual ha generado que el sector sea visto como un área no económica. A su vez, la creación artística depende en gran medida de estímulos y otros ingresos externos para sobrevivir. Esto nos lleva a preguntarnos ¿Por qué aceptamos que la cultura se siga desarrollando solamente con apoyos gubernamentales y donaciones y nos negamos tanto a su comercialización? … Aunque decir que nos negamos a su comercialización sería una falacia porque ¿en dónde quedarían el mercado del arte o las industrias culturales y de entretenimiento? Todas estas se relacionan con la comercialización de la cultura. 

Sobre esta misma línea, ¿Qué nos ha llevado a pensar que el arte, al tener un valor simbólico, “debería” carecer de un valor comercial en un mundo donde absolutamente todo depende de un intercambio comercial? Partiendo de la premisa de que la cultura determina cualquier decisión de nuestra vida cotidiana, inclusive las de consumo, esta tendencia por separar la cultura de la dimensión económica se vuelve cada vez más obsoleta frente a un mundo capitalista y globalizado.

Las manifestaciones culturales y artísticas son verdaderos motores de una sociedad, pero mientras sigan operando bajo la dimensión mágica y romántica que tienen –de funcionar sin un modelo económico viable—la cultura en México seguirá siendo un sector precarizado.

Esto nos lleva a preguntarnos entonces ¿cuál es nuestro lugar como consumidores? y ora si que ¿a qué santo le rezamos? ¿No somos nosotrxs mismxs lxs consumidores que sostienen las industrias, de cualquier tipo? Nos tenemos que dejar de ver como agentes externos al capitalismo, y más bien, volvernos consumidores críticos, conscientes, exigentes y con la posibilidad de proponer cambios desde adentro, en nuestro entorno. 

Como dijo alguna vez Fredric Jameson, “es más fácil imaginar el fin del mundo, que el fin del capitalismo”. Por lo mismo, creemos que no se trata de actuar “fuera del sistema capitalista” si no más bien optar por una redistribución más justa del capital tanto económico como cultural, pero también de la responsabilidad social, cultural y medio ambiental. En este sentido, si el mundo está liderado por las empresas, y nuestro propio consumo es quien las sostiene ¿por qué no exigirles a ellas un impacto socio-cultural? ¿Cuál es el impacto, y por lo tanto, la responsabilidad del ámbito privado frente al desarrollo de la cultura? 

La realidad es que hoy en día el estado ha perdido su fuerza para garantizar el vínculo social y los derechos culturales, y ha mostrado una fuerte debilidad frente a las dinámicas económicas y tecnológicas, derivando también en una falta de participación activa de la sociedad civil organizada. 

Creemos que hay una gran área de oportunidad si involucramos a estos agentes privados en el desarrollo cultural. Consideramos necesario incentivar reflexiones frente a los mecanismos y sistemas que determinan nuestra vida cotidiana, y generar las herramientas suficientes para proponer nuevas estructuras dentro del sistema capitalista que beneficien a la cultura y por lo tanto, a los individuos, de manera más justa, diversa y accesible. Creemos que si agentes privados, públicos, y civiles actúan en conjunto, podremos generar acciones mucho más sólidas que hagan frente a las problemáticas y exigencias del mundo actual.