Bienvenidos sean todos y todas al Siglo XXI. Un espacio-tiempo donde existe una aplicación llamada “Shazam”. Esta nos permite saber el nombre y autor de rolas que no conocemos al alcance de un «click» y un teléfono inteligente.
La neta, ¿qué más se puede pedir?
Hemos convertido a los reproductores de música y sus accesorios en una parte fundamental de nuestras vidas. Ya sea para evitar oír al de a lado o para entretenernos. Están en todas partes, a todas horas, sumergidos hasta lo más íntimo y cotidiano de nuestro ser. Para bien o para mal, ya nunca estamos solos.
Nivel de intensidad: un capítulo de «Black Mirror».
Pareciera que el Ipod es el nuevo mejor amigo del hombre y la mujer moderna. Quisiéramos que todos los lugares del mundo fueran “pet friendly” pero desafortunadamente eso está cabrón. QUE NO CUMBIA EL PÁNICO, si es que se puede, tenemos un reproductor musical en el bolsillo. En las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte o la obsolescencia programada nos separe. Creo que tener accesibilidad a esto nos dá dos posibilidades: absorbernos de la «realidad» o incluirnos mejor en ella.
Hace chingos de años, el hombre y la mujer temían salir de su casa sin una manera de protegerse, una lanza o hacha. Nosotros tememos salir de nuestra casa sin audífonos. Se han convertido casi casi que en un miembro más del cuerpo. No me sorprendería que en el futuro neta si pudiéramos implantarnos unos al codo, o algo así.
En este mundo y en una ciudad, como es el D.F., que carece de silencio y tranquilidad, Salvo no me salva pero llevar audífonos conmigo sí. El aire cotidiano cambia a libertad y a expresión de ser con ellos.
Nos ayuda cual amigo a escapar un rato, convertir la vida en un carnaval o la calle en una pasarela.
Ok, nos pueden abrazar pero, ¿apoco no ayuda un chingo esa playlist que te sube el ánimo?
Manejar, caminar, andar en bici, ir en el metro, ir al gym, estar en el Uber, bañarse, lavar los platos, trapear, coger. Todo siempre es mejor con música y la portabilidad de esta en la actualidad se ha convertido en un fiel acompañante. Como ya dije, aunque nos cague, el Ipod es el nuevo perro.
La música como semilla capaz de transformar nuestras vidas. Acompañándonos cuando nos sentimos solas o necesitamos ese impulso en momentos difíciles. Entendiendo de alguna forma lo que creíamos inexpresable.
Gracias al güey que se le ocurrió diseñar estas cosas que nos permiten la presencia de la música todos los días y en todas partes.
La vida es una gran rola, definida por momentos con y sin música.
¿Y en medio qué hay? Música de fondo. ¿Y si no topas una rola? Pues “Shazam”.
Mención honorífica a las bocinas inalámbricas porque también son unas tipazas.