C DE CULTURA

Ellas en las calles

Arte Urbano AURORA Feminismo Graffiti

enero 13, 2022

Eleane Carolina Herrera Montejano

Grafito es la inscripción o dibujo hecho en una pared.

“Hacer graffiti u otras cosas en la calle es apropiarse del espacio que habitamos y donde hacemos gran parte de nuestra vida. Hay que hacerlo contra la publicidad, el gobierno y a veces contra los mismos vatos que te segregan de espacios y al hacerlo parece que te segregan de la calle. Es de todos y aunque no le den valor a ciertas expresiones: pues está en la calle”, la Pájara, graffitera ilegal y licenciada en Letras[1]. Gracias por compartir.

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Así se ve más bonito. No me molesta. Que se rayen las nalgas. Nunca me había fijado. Depende. Al conversar con la gente que pasa frente a ‘bombas’, firmas y murales en la calle, resulta evidente que la valoración del arte callejero varía mucho, sin que parezca haber criterios específicos en la mayoría de la población para admirar esta forma de expresión. Por lo regular, se suelen poner en valor las piezas que replican estéticas a las que nos acostumbramos desde las grandes instituciones de Arte: “a mí me gusta el graffiti bonito, pero no el feo que son solo rayones”. También suele haber consenso sobre las piezas que elaboran temas locales –personas, plantas y animales- así como mensajes culturales, pues es donde el arte encuentra una función social de cohesión.

Se ha dicho mucho sobre el muralismo como herramienta de transformación, que permite embellecer lugares y a su vez genera dinámicas de cuidado, ya que cuando las personas se sienten identificadas con su espacio, surge la necesidad de preservarlo. En ocasiones, las pintas atraen a más personas y artistas, generan conciencia sobre la estética del lugar y por lo tanto se tira menos basura, en ocasiones, incluso, conlleva la instalación de alumbrado público en lugares donde el Estado casi no llega –no vaya a ser que se le pegue lo pobre-.

También se habla sobre las teorías del color, que permiten disminuir los índices de violencia en los barrios más peligrosos; y de los discursos identitarios que se pueden reforzar a través de la imagen, sobre todo cuando ésta forma parte del paisaje cotidiano.

Otro tanto se ha abordado sobre los alcances discursivos que pueden llegar a tener las intervenciones callejeras, desde posturas de reivindicación a nivel local, como las calaveras que se instalaron para denunciar la falta de atención de las autoridades a los baches en Tláhuac[2]; hasta mensajes de tinte político a nivel internacional, como los que dieron tanta fama a Banksy.

Y si bien, los límites entre el “arte” y el “rayón”, así como lo “legal” e “ilegal” se siguen discutiendo mucho, hay un tema que resulta mucho más apremiante en toda esta conversación: el papel de las mujeres en la creación callejera. Las chavas, las morras, las chicas (grandes) que pintan.

Se tiene que hablar porque su trabajo es menos reconocido que el de ellos; porque a pesar de todo, las calles aún no son nuestras, nos violentan en espacios privados y públicos; y porque la democratización del arte no significa solamente que todos puedan acceder a ver un cuadro, implica también el derecho a la creación.

ELLAS EN LAS CALLES

Las técnicas que suelen utilizarse en la calle –calcomanías, aerosol, brochas, rodillo, paste-up– tienen que ver con cómo se concibe este espacio desde la mirada del artista. En ese sentido, vale la pena comprender qué es “la calle” para una mujer latinoamericana. A la hora de pintar, muchas veces están solas.

Cuando salen a rayar por las noches deben ir en grupo, o al menos “con un 18”[3] que les tire esquina, que les avise si viene la policía. Si van con hombres y se los llevan al MP, lo más probable es que se las lleven aparte. Vale la pena entender el pánico que siente una mujer en el momento en que la separan del grupo. Entre ellas, al menos lo más probable es que se las lleven juntas[4]. Incluso cuando se trata de pintar legalmente, en el marco de un evento con más artistas, cada quién está en su muro, en la calle, vulnerable en el ejercicio artístico. Lo que ayuda es saber que hay otra, a quien le importas y está pendiente de ti.

Usualmente, se comienza por marcar el entorno inmediato -mi barrio, mis “spots” (sitios o puntos de encuentro)- porque es lo más natural, es lo que hay a mano. Posteriormente, se busca llegar a más partes de la ciudad para hacerse ver. Detrás de las firmas en los muros hay personas, que no siempre quieren ser reconocidas por la autoridad, pero que se reconocen a sí mismas, y entre sí, a partir de colores y líneas. La visibilidad de la existencia de quienes no importan para el Estado y las élites es fundamental, un aspecto característico de este arte: es posible ignorar 215, 314 llamadas de emergencia relacionadas con incidentes de violencia contra la mujer en 2021, cifras como  los 736 feminicidios ‘oficiales’ que se perpetraron entre enero y septiembre de este año(Secretaría de Seguridad); que las mujeres ganan 66.0% menos que los hombres en actividades agrícolas, ganaderas, forestales, caza y pesca, -63.0% en las actividades domésticas, de cuidado, lavandería, planchaduría, choferes y de cocina, y -62.5% en actividades artesanales (INMUJERES); o que el porcentaje de analfabetismo en la población todavía es 2% mayor en mujeres que hombres (INEGI, 2020)[5]. Uno puede no saber estas cosas, o hacerse de la vista gorda, pero es casi imposible no voltear a ver lo que ha brotado en un muro que anteriormente era blanco.

Es muy fácil que la relación entre visibilidad y territorio se mezcle con las dinámicas de machismo de siempre. Sin embargo, lo que para muchos es una marca de poder y adueñamiento, para muchas es radicalmente una cuestión de reivindicación: la libertad para circular por la ciudad, el derecho a salir y pasear sin miedo. Reconocer el trabajo propio o de una colega en un rumbo que se creía desconocido cambia la perspectiva, la sensación de soledad en la calle disminuye. Para muchas, pintar la ciudad es dejarse un camino de migajas en el bosque.

Aunque todas llegan de maneras diversas a los espacios que deciden ganarse, la constante del  éxito son las redes que tejen entre ellas cuando comienzan a involucrarse, cuando deciden quedarse en estas formas de expresión, o cuando, simplemente, se dan cuenta de que pueden hacerlo. Se quedan las que encuentran con quién quedarse. Juntarse con otras artistas que comprendan tus miedos, preocupaciones, intereses y métodos es una forma de sororidad que debemos incentivar.


[1] quise platicar con las artistas que conforman este fanzine. Por cuestiones de tiempo y de contactos no fue posible, pero pude acercarme a otras graffiteras y muralistas que compartieron sus experiencias. Este texto pretende resumir algunos aspectos que observé en común.

[2] Después se aclaró no eran baches reales, sino parte de la instalación, pero esa aclaración no tuvo suficiente impacto mediático y la denuncia del bache pasó a ser parte de la obra en el imaginario.

[3] Alguien que vigile mientras se hace la pinta para avisar en caso de que venga la policía u otras personas. En la primaria siempre había alguien que avisaba cuando la maestra estaba llegando, ese era el 18.

[4] Por supuesto, en este país todos los escenarios son variables. Cuando entra la policía en la escena, todo puede pasar y no siempre se respetan los procesos legales.

[5] Secretaría de Seguridad: https://drive.google.com/file/d/1Nvhace2unfMepby3Z95uxcJBcF1SSHjf/view
 INMUJERES: http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/101271.pdf
INEGI: http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/analfabeta.aspx?tema=P


Eleane Carolina Herrera Montejano (1996) nació en Tamaulipas pero nunca vivió en ese lugar. Es licenciada en Literatura Latinoamericana por la Universidad Iberoamericana y reportera de Cultura y Academia por ahí. Feminista de la corriente más corriente, tiene un ojo en el texto y un pie en la calle. Le interesa la divulgación del conocimiento, y llamar la atención sobre las diversas formas que éste puede tomar.

Portada: Iurhi Peña

**Este texto fue publicado originalmente en la primera edición del fanzine de Aurora, festival de arte urbano hecho por mujeres