C DE CULTURA

Carla Rivarola: voz quemadura

CDMX Morras chidas música

agosto 26, 2021

María Elisa Schmidt

Grillos brincando del estéreo. No hay mejor imagen con la que pueda describir el conocer a Carla. El sismo ladeó mi departamento -una herida de muerte- y me arrojó desde la Roma a París, en Coyoacán, ahí donde ella, por azar, también aterrizó. Entonces las canciones, la música y la poesía de todos los días, como le dice ella. Pepenar se volvió inercia: cualquier gesto y mueca eran pretexto para crear mutantes poético-sonoros. Los grillos brincaban del estéreo.

“Carla Rivarola es una chica cuir nacida, crecida y curtida en la monstruosa Ciudad de México” sentencia su página web[1]. Cuando la conocí, se contendía con su otrora alter ego musical: Iranti, un proyecto en inglés con el que se había abierto paso con su primer álbum Origami[2]: un ave sonora de un fraseo líquido preciso y de una voz aún en búsqueda. Pero “Carla Rivarola” es algo distinto.

Carla Rivarola, fotografía de Claudio Zamudio

Para empezar, “Carla Rivarola” canta en español y, el sonido, es producto de distintas fuerzas: no solo compositora, sino productora y multiinstrumentista, Carla confirmaba, en 2019, con el Médula silvestre -su primer disco bajo su nombre- la consolidación de una voz que la llevaría “a los carteles de las marchas feministas y a los corazones de un público creciente en distintos puntos del mundo”[3].

Ahora con Lucha o fuga -su segundo álbum- la voz se fija definitivamente a su nombre: pulsión vital en medio del encierro: vida entre la muerte. Esto que sigue a continuación, es una genealogía personal en torno a esta voz: es el trazo de mi escucha de este golpe eléctrico que es el Lucha o fuga.

La llave de mi casa

Este track abre la puerta a una madurez sonora con texturas plásticas: aquellos acentos que aparecen como luces -o destellos- en el Médula silvestre aquí son protagónicos. Me refiero a pasajes eléctrico-digitales que hacen las veces de un sintetizador o el sinte como tal. Hay una libertad creativa que, si bien no pierde el rigor técnico, se divierte. El sampleo emerge como un recurso que complementa aquella “plasticidad” lumínica que se desborda cromática, casi chiclosa: el fantasticore, tal como ella llama a esta combinación de elementos.

Salvo la batería de Omar Avilés, Carla grabó, produjo y mezcló los demás instrumentos de “La llave de mi casa” definiendo así la clave retórica y musical de todo el Lucha o fuga: un hazlo-tú-misma como afrenta al encierro y la locura.

Carrie

En el segundo track, las constantes formales y sonoras de “La llave de mi casa” vuelven a aparecer: aquellos patrones metálicos, pero maleables del sintetizador que contrapuntea con licks y riffs calibrados, pero envueltos de carne. El juego se reafirma en tanto explosión creativa: Carla utiliza recursos, que en el Médula silvestre apenas asoman. ¿El resultado? “Carrie”: un registro eléctrico multicolor que desborda en el sentido más literal: el cuerpo se relaja y brinca, pero bajo las reglas de su propio universo cromático.

Mención especial se lleva su video[4], donde bajo la dirección de Sofía Landgrave y la producción de Leslie Ortiz, el sonido de “Carrie” dialoga visualmente con la coreografía de Mariana Landgrave: las manos de Magali, Arely, Elizabeth y Melissa flotan y delimitan el cuerpo de la actriz Mafer Alba. La culminación visual de este prisma sonoro.

Still del video musical de «Carrie»

Miedo del miedo

Mi favorita. Si tuviera que elegir un registro lírico en la voz de Carla, sería aquel que mana del sueño de “Policías” en el Médula silvestre y “Miedo del miedo” abreva de la misma vena dolorosa, donde el cuerpo palpita y se duele. Aquí el juego plástico se interrumpe para dar pie a un rostro lírico poderoso. No que las anteriores no lo tuvieran, sino que aquí da un paso al frente, dejando la plasticidad lumínica suspendida. El resultado es una visión más oscura, donde la técnica se supedita a aquello que quiere decir: “esta canción es el compendio de la furia que siento por todas las mujeres asesinadas que no sabemos dónde están, que nunca recibieron justicia, las familias perdieron a alguien, nunca recibieron respuesta, ni apoyo del gobierno. Es la furia transformada en fuerza…” nos dice Carla.

Ratonzuelo

“Ratonzuelo”, segundo sencillo y video lanzado, retoma aquel registro multicolor de la plasticidad lumínica, pero desde su envés: el sampleo y sinte en contrapunto con frases eléctricas medidas, aunado a melodías vocales orgánicamente pensadas como un todo; es una retórica que al inicio de Lucha o fuga se materializa como dos primeros episodios luminosos y “Ratonzuelo” abreva del mismo lugar, pero en un registro más oscuro. Hablo de luminosidad y oscuridad en términos literales: tonos y colores. Esta oscuridad roedora no es la misma que la de “Miedo del miedo”. Son lugares oscuros distintos. En este caso en particular, la mancuerna visual que Carla hace con la artista experimental de cine y video, Gisela Guzmán, es muy importante, pues -en el video[5]– hacen tangible este juego de luces y colores sonoro, a través de una narrativa visual que juega con el glitch, collage y guiños al shitposteo.

Gisela Guzmán

Deidad universal-Salbutamol

“Deidad universal” se registró en mi memoria como un continuum junto con “Salbutamol”: la introducción a una suerte de interludio sonoro a manera de tregua.  Un puente: la voz se derrite y se hace espesa. Diría que la espesura anuncia algo más. Tal vez el descenso al final del Lucha o fuga. Te prepara para ello. En ese sentido funciona como este momento en el que estás apunto de caer. Sería este binomio, el vórtice sonoro de algo que está por dar su coletazo final. Este binomio no es una bisagra, sino un portal.

No es el cielo

Y sí. En “No es el cielo” regresa de cuerpo entero aquel registro de “La llave de mi casa”, “Carrie” y “Ratonzuelo”, logrando una fuerza pop muy fina. Es la cristalización del registro Lucha-o-fuga en su punto más álgido: hay juego sí -la plasticidad cromática está ahí intermitente-, el fuzz del ratonzuelo vibra al fondo. Los elementos se conjugan en mayor o menor medida para una organicidad funcional e imprescindible en sí misma. De todas, la más cercana al Médula silvestre. El criterio Lucha-o-fuga lo da este ritmo frenético donde explota. Entonces nos damos cuenta en dónde estamos: en el umbral del descenso.

Noventayalgo

“Noventayalgo” es la clausura de este recorrido. Desprovista de muchos elementos que nos acompañaron -porque no los necesita-, es como si la explosión que fue “No es el cielo” nos dejara a merced de este vórtice en “Noventayalgo”: desnudos flotando en la descomposición de la nata tras el Lucha o fuga. Me es imposible no pensar en “Policías” del Médula silvestre: el espacio que genera el color del punteo en las cuerdas provoca una caída lenta: quedamos como cuerpos distendidos sobre el suelo. El bonus final de Iranti es un regalo: un extra para todo este público que ha sido leal durante esa primera etapa de Carla. La conciliación de dos momentos de una misma voz que aquí asoma ya fuerte y madura.

Arte del disco por Andonella

Masterizado por Juan García y con Tatieri Neyra en las baterías -salvo en “Miedo del miedo” donde interviene Ulises Hadjis y Omar Avilés en “La llave de mi casa”-, Lucha o fuga establece un balance de colores y texturas: un equilibrio que se torna narración de una voz y su core afectivo y existencial. El arte del disco corre a cargo de la ilustradora mexicana Andonella, quien logra capturar en esencia el sonido del disco al darle rostro. El Lucha o fuga puede escucharse en el Bandcamp de Carla[6], o bien, en su Spotify o Youtube. Es una tregua lumínica a la muerte de estos días, en que el encierro ha vuelto nuestros muros virtuales un constante obituario. La rareza plástica y cromática que es la voz de Carla fluye como magma.

Diego Espíritu (Guadalajara,1990). Parte del colectivo de investigación y creación Arte+Ciencia de la UNAM, así como del colectivo independiente de gestión cultural y producción artística Waxolote Okupa. Autor de Poemas Panks para community managers (Buenos Aires, Santos Locos, 2016; México, Mantarraya 2017).

Portada: Still del videoclip de Carrie dirigido por Sofía Cementerio.

[1] http://carlarivarola.com/acerca-de/

[2] https://iranti.bandcamp.com/album/origami

[3] http://carlarivarola.com/acerca-de/

[4] https://youtu.be/zIJdmwA9zLM

[5] https://youtu.be/0Vw2fcIWLGI

[6] https://carlarivarola.bandcamp.com/album/lucha-o-fuga