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El pinche FOMO y el gran David Byrne

Ceremonia David Byrne FOMO música

agosto 6, 2021

kvok8

 

No fui al Ceremonia porque no me alcanzó y el día del evento me dió «FOMO». Me dió miedo pensar en todo lo que me iba a perder. Los artistas que no iba ver y las rolas que no iba a bailar. Me dió tanto «miedo» que apague mi celular para no ver las “stories” de la banda en Instagram siendo felices en unas sillas voladoras en el Estado de México.

Claramente esto no funcionó, y lo único que me hizo sentir mejor fue pensar en los baños. Sí, esos baños sucios y feos que hay en los conciertos. Pensé en el mar de gente, estar hasta atrás y no ver nada. Pensé en la comida cara y desabrida, luego encontrarte a alguien que te caga o peor aún, que te gusta. Perder a tus amigos, quedarte sola, cansarte un chingo, mal viajarte en drogas, yo que sé.

Conclusión: valer madres. Ver a un artista que amas con todo tu ser pero valer madres. 

El llamado “Fear of missing out”, es el miedo a perderse de algo y es tan real como ilusorio.

Se siente feo, claro, eso es real pero al final es la puritita mentira mental.  Es la creación de escenarios de lo chido que te la podrías estar pasando si tan solo no estuvieras en donde estas en ese momento.

¿A quién no le ha pasado? Tener un chingo de ganas de asistir a un festival increíble y no poder por cuestiones geográficas, económicas, de salud, etc. así que nos sentimos medio mal por no estar ahí. Y bueno, no sólo pasa con eso, PASA UN CHINGO. Lo cierto es que estos escenarios creados por la mente y su amiga, la imaginación, son tan posibles como imposibles.

¿Tú qué sabes? igual y se rompe la cadena de la silla en la que estabas “volando” y cantar «Qué onda güero» con Beck y verle las nalgas a Arca es lo último en lo que vas a estar pensando. De verdad, no digo esto por ardida de que no fui. Si yo fuera una “influencer” y me llevaran de a grapa con la condición de que use unos pinches Vans o algo así, pos oye, SIN PEDOS IBA. 

Mi punto aquí es aprender a apreciar lo que es. Lo que sí existe y lo que tenemos enfrente. Tratar con la idea de que chance estás sobre evaluando un chingo el Ceremonia y que también está chingón quedarte en tu casa a ver Star Wars con tu gato (cosa que sí pasó, obviamente). No hubo pedo, ni habrá pedo. Oh, sorpresa, el “miedo” era falso.

A todo esto, en la queja mental, se me olvidó que una semana antes había ido al concierto de David Byrne en el Metropolitan y QUÉ PEDO. Que ser tan loco y hermoso, además con una de las mejores canas que yo haya visto en mi vida. Ese vato tiene la cana que todos queremos tener a los 60’s, o bueno, chance un poquito después. 

Como bien escribió un amigo, este nos invitó a su casa. Creó un escenario cuadrado y perfecto. Proyectando sin miedo un ambiente atinadisimo que transmitía intimidad, libertad, futuro y diversión. Los juegos de luces y las coreografías simples e inolvidables de él y sus excéntricos bailarines, hicieron brillar aún más sus conceptos musicales. Es que David es David. Sin duda el segundo mejor David de la historia de la música, desde mi punto de vista. Un maestro de la innovación y autenticidad que nos dió una grandiosa cátedra artística y espiritual.

A veces su “trip como solista me llega a costar porque me hace falta ese “punch” tan atractivo que tenían los Talking Heads. Por la trayectoria musical del estadounidense de origen Escocés, a veces es difícil no verlos como uno. Lo cierto es que David ya no es una cabeza parlante y hay que aceptarlo. Ahora es una cabeza blanca y lo amamos -terrible «chiste», lo sé-.

Todos y todas tenemos derecho a hacer lo que tengamos que hacer para seguir adelante con nuestra vida. Byrne es un buen ejemplo de esto. Además de fundar esa bandota en los 70’s, ha escrito grandes libros, hecho instalaciones, “Ted Talks y bueno,  baila cabrón.  El concierto al que asistí el 3 de abril del 2018, fue parte de la gira de su nuevo disco “American Utopia”. Aún así David y su banda «flotante» se lucieron arropándonos con varias canciones de los Talking. Eso sí que nos terminó de volar la cabeza a todas las generaciones que estuvimos ahí presentes.

 

“This Must Be The Place” cobra un nuevo significado: tal vez estás dónde tienes que estar.